Lo soñado, anhelado y logrado un primero de enero

Por: Lenaymar Rodríguez

 «Sentí cómo Mariana pasaba por mis caderas y pegue un grito de alivio…  que grito salió solo. Después respiré y respiré. Entre contracciones fui sacando el cuerpo de mi hija de mi cuerpo. Primero fue la cabeza. Los hombros salieron en la próxima contracción, luego,  en la próxima contracción fue la barriga y por último la cadera y las piernas.»

31 de diciembre de 2011

Eran las 10:30 de la noche aproximadamente cuando me comenzaron dolores que podía soportar, pero estaban constantes y seguidos, duraban segundos. Empezamos a contar las contracciones, dándonos cuenta de que estábamos comenzando la primera etapa del parto.

Nosotros tomamos las clases de parto en MAM (Mujeres Ayudando Madres), con la partera Vanessa Caldari. Aprendimos de las diferentes etapas del parto; nutrición, masajes, respiración, anatomía y escuchamos historias de otras madres que ya habían tenido partos humanizados y otros no tan humanizados para ayudarnos a reconocer los signos y síntomas que íbamos a sentir cuando nuestro tiempo de parto llegara. Pero lo más importante del adiestramiento fue que educaron a mi esposo y lo hicieron mejor de lo que yo jamás pensé. Ahora sí este maravilloso hombre estaba enfocado y dirigido a ser mi mano derecha e izquierda en el parto.

Más a la media noche llame a la asistente de partera, Michelle Pérez. Le informé que estaba con las contracciones frecuentes y constantes. Después, llamé a mi doula ya que yo me sentía en control y no quería alarmarla pues que era víspera de año nuevo. Michelle se comunicó con Vanessa Caldari y como a las dos de la mañana fueron llegando las muchachas, primero Michelle, luego Vanessa. Mi doula, Yarilis García  llegó un poco más tarde ya que venía desde Naguabo.

Cuando Vanessa llegó, me mandó a acostarme a dormir lo cual se me hizo bien difícil ya que seguía con las contracciones. Me recosté sentada en cuatro con unas almohadas al frente y Michelle me acompañó en el cuarto de visita. A Pedro lo dejé durmiendo en nuestro cuarto porque al día siguiente él estaría al pendiente de Aymar y Kristian, ya que nosotros no queríamos a nadie en casa además de nosotros.

Cuando nos levantamos a las ocho y pico de la mañana, me comí algo de desayudo y comencé a caminar por el vecindario, pero no funcionó muy bien ya que me envolvía hablando con las vecinas y después, me daban muchas contracciones de sopetón, auch! Me mantuve merendando y tomando agua a través de todo mi trabajo de parto. Camine en el patio de casa, la marquesina y por último, dentro de la casa.

En todo tiempo, cuando revisaban mi presión estaba exactamente igual que como estaba cuando estaba embarazada y los latidos de Mariana estaban muy bien. Caminaba como si estuviese subiendo escaleras y trabaje con la bola para ayudar a la bebé a acomodar mejor su cabeza ya que la tenía un poco de lado en el canal. A las tres de la tarde, Vanessa me chequea a ver cuánto había dilatado  y me encuentra en seis centímetros. Me comenta que ella entiende que esto iba para largo, ella entendía que iba a parir por la noche. Yo le comento que ya falta poco y que ahora necesitaba a mi esposo -quien llevaba todo el día cuidando de nuestra hija Aymar- para dilatar los que me faltaba y parir a la bebé ya que yo había nacido a las tres y media y me gustaría que la bebe naciera a la misma hora. Para nuestra sorpresa mi esposo comenta que el también nació a la misma hora y nos vamos a bailar a la sala. En aquel momento,  las contracciones se pusieron bien fuertes…  baile, baile, me movía de lado a lado y mi esposo me apretaba las caderas entre cada contracción. Yarilis me ayudaba manteniéndome respirando como debía, yo le seguía su paso en las respiraciones durante cada una de las contracciones. Yari recomendó meterme al baño a dejar caer agua caliente sobre la espalda pero ya el dolor en la espalda baja era tanto que nada me lo quitaba.

3:30pm, Vanessa me revisó  y me encontró  en diez centímetros. Me explicó que ahora era tiempo de  pujar cuando yo sintiera las ganas de hacerlo, pero todavía no sentía ganas de hacerlo, solo nauseas y dolor con las contracciones.

Aprovechaba a pedir consejos de qué hacer ahora mientras me volvían las contracciones. Tratamos de sentarnos en la silla de parto pero era muy incómoda para mí. Vanessa aconsejó sentarme en el baño y así lo hice. En una fuerte contracción me dieron ganas de pujar y lo hice. Pujé tan duro como quería y escuchamos un ruido como “plop”, había roto la membrana en ese momento.

Vanessa y Pedro me sacaron del baño y me acomodé en la cama boca arriba. Pedro se acomoda detrás de mí y me da ánimo. Cuando me volvieron las ganas de pujar, lo hice. Sentí cómo Mariana pasaba por mis caderas y pegue un grito de alivio…  que grito salió solo. Después respiré y respiré. Entre contracciones fui sacando el cuerpo de mi hija de mi cuerpo. Primero fue la cabeza. Los hombros salieron en la próxima contracción, luego,  en la próxima contracción fue la barriga y por último la cadera y las piernas. Yo no la quise agarrar inmediatamente, Vanessa la ayudó a salir y cuando nació la pusieron en mi pecho. Mariana estaba limpiecita y lloraba. Me recosté y Vanessa me ayudo a pegarme a la bebé a las tetes.

Mariana se pegó al pecho inmediatamente sin ningún problema. Todavía tenía dolores de contracciones ya que tenía la placenta dentro de mí todavía, tuve que pujarla como un bebé, pero sin dificultad y sin dolor. Se esperó hasta que el cordón umbilical parara de latir para cortarlo. Pedro lo cortó.

Tan pronto se detuvo el sangrado, Pedro buscó una mata pre-congelada de sábila y me la puse como si fuera una toalla sanitaria, cada vez que me cambiaba la toalla sanitaria me ponía otra fibra de la sábila. Ya a los dos días no me molestaba casi nada la vagina. Mi esposo esta vez fue un gran apoyo en mi parto y junto a las muchachas logramos un parto completamente humanizado en el hogar.

Lee el primer cuento para parir de Lenaymar aquí.

Las historias de nacimiento  publicadas en Historias de Parto, no son de la autoría de ninguna de sus fundadoras ( Adamarys Feliciano, Yarilis García o Heidy Norel). La edición a los escritos es parcial y responde a asuntos de lenguaje.

2 pensamientos en “Lo soñado, anhelado y logrado un primero de enero

  1. Pingback: No fue culpa mía que mi doctor quisiera inducirmelo |

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s