» Empecé a sentir la sensación de pujar pero el ginecólogo se estaba cambiando y no estaba presente. Pero yo no podía esperar, necesitaba pujar. Así que sin saber lo que hacía empecé a pujar. Las enfermeras me decían que no pujara que esperaba al doctor, les dije que no podía más, que quería pujar. Ahí, una de las enfermeras dijo que ya se veía la cabeza».
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Mi promesa, mi primogénito
Por: Keyra Couvertier
«Lloraba todo el tiempo desde ese día, un temor falso se apoderó de mí, mi esposo y mi doula me aconsejaban y yo en negación pensando en si esperaba 1 semana más o iba ese día.»
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Mi conteo regresivo hacia la cesárea
Por: Elizabeth Aldea
«Los “efectos secundarios” de este camino fueron muchos, duros y difíciles. Fue un caminar de ocho años de sanar una herida más emocional que física y la sensación permanente (hasta ese momento) de ser una mala madre.»
Mi historia, Adrianna Zoé
Por: Virginia Marie Rivera
«El Dr. pensaba irse a casa pero había cambiado de opinión, me haría una cesárea, tenía miedo que al irse los latidos bajaran más. Mi esposo fue a comprar la «ropa» y en menos de 5 minutos ya tenía el foley puesto y el anestesiólogo me tenía sentada para la espinal, ya una vez en sala no recuerdo mucho, la tos era tanta que me sedaron.«t
Un embarazo amado, deseado y planificado
«Cuando escuche la palabra inducir, me temblaron las piernas y mi rostro se transformó.
Me parecía estar escuchando a la doula diciéndome, ¡Dile que nooooooo! Pero primeriza
al fin es cuando te invaden mil dudas y preguntas en tu mente. Pensaba bueno ella es la profesional, ella es la que sabe, y si le pasa algo malo a mi bebé y si termino en cesárea por no poderla parir.»
Un pedacito del cielo que cambió mi vida pero que no nació como debía.
«Que ironía no, yo era su mamá, la que lo tuvo 9 meses en su vientre y fui la última en verlo dentro de esa sala y solo 30 segundos que a penas me alcanzaron para darle un beso y decirle que lo amaba.»
Dos nacimientos, una historia/ Parte I
Por: Ydallys Y. Gándara
«Estuve en la cama sin derecho a moverme, mi esposo me acompañaba, las contracciones se ponían más intensas cada vez…»