La llegada de mi segunda bendición: «mi novio», Mateo Andrés

Foto: Suministrada

Por: Yanira González

Mateo al igual que su hermana Cristina, me bendijo con un hermoso arrastre al pecho estando piel a piel con él.  Desde entonces vivo adherida a ellos practicando lactancia en Tandem (lactándolos a los dos)…

En agosto de 2011 me enteré de la inesperada y sorpresiva noticia de que seríamos padres por segunda vez.  Lloré tanto y no de felicidad.  Lo único que pensaba era en que yo no quería tener más hijos.  Me quería sólo para mi hija.  Decía que era incapaz de compartirme con alguien más aparte de ella.  Hablando con unas amistades sobre esto, entendí que a nosotros los hijos de Dios todas las cosas nos obran para bien y que toda madre tiene cabida en su corazón para amar a otro hijo.  Comencé cambiar de pensar y aceptar la voluntad de Dios y le pedí perdón por haber recibido la noticia con tanta tristeza en lugar de alegría. Lo que no sabíamos es que a Dios le plació cambiar de planes y una semana después de  enterarnos, justo cuando ya lo había asimilado, lo perdí de manera espontánea. Fue una experiencia muy dolorosa en la cual Dios me enseñó tanto.  Nunca le reproché nada, solo me acogí a Su voluntad como nunca antes y fue Él mismo quien me consoló.  Pero Dios había preparado algo mejor y de manera distinta.  Tanto fue así que luego de la pérdida tuve una menstruación más y el Señor nos Bendijo con otra noticia de estas, esperábamos otro bebé.  Yo soy  la segunda de 3 hijas y mi niña era la tercera nieta en mi familia. Después de tantas niñas,  ¡nos llegó el tan esperado varón!!

A pesar de haber tenido una buena experiencia de embarazo y parto con mi Princesa, esta vez estuve de la mano de un ángel, Yari mi Doula.  ¡Tuve un embarazo hermoso! Me disfruté cada etapa. Esta vez me atendí con el mismo ginecólogo que atendió mi primer embarazo, ¡pero esta vez tenía plan de parto en mano! Recuerdo como si fuera ayer el día que le presenté mi plan de parto al doctor, sus palabras fueron: «¡Ja, nos salvamos ahora. las pacientes le dicen a uno lo qué tenemos que hacer!», le contesté con una pícara sonrisa como si él le hubiese hablado al viento y comencé a leerle mi plan.  Me dijo que no lo iba a firmar por el momento hasta leerlo detenidamente pero que de todos modos se comprometía a respetar mis deseos.  En las últimas citas me examinó vaginal una sola vez y con mucho cuidadito,  pues antes le advertí sobre el STRIPPING. Recuerdo que en la última cita, a mis 37 semanas y 5 días se despidió y me dijo: «pues te dejo tranquilita, como tú quieres parir espontáneo…» Le respondí: «Sí gracias».

Fue en la madrugada del 10 de junio de 2012 (sí, mientras todos estaban viendo la pelea del famoso boxeador Pacquiao…jeje) y con 38 semanas, que estando listos mi esposo, mi hija y yo para dormir que al acostarme siento un leve escape, fue como un liqueo acompañado de una contracción leve. Fue a eso de las 12:50d e la madrugada, y llamé a mi Doula quien con su tranquilizante Paz me dijo: «No te preocupes, monitorea las contracciones,  el tiempo entra cada una y la frecuencia del liqueo». Alerté a mi esposo sobre lo que me estaba sucediendo y le dije «tranquilo me voy a dormir».  Avisé a mi vecina quien se haría cargo de mi niña y que también estaba viendo la dichosa pelea.  (jajaja)

Cada vez que trataba de acostarme se me escapaba un chorrito.  Así que sentada en la cama y con celular en mano comenzaron a hacerse más frecuentes las contracciones y seguidos los liqueos como a eso de las 2:00 am.  Con una paz maravillosa de esas que Dios nos da cuando confiamos en Él y en la perfecta creación de Sus manos nuestros cuerpos,  seguí haciendo caso de lo que mi cuerpo me pedía.  Caminé por toda la casa, respiraba hondo, bailaba, iba al baño cada vez que quería mientras esperaba la llegada de mi Doula.

Me senté en el sofá y comencé a maquillarme pues estaba segura de que mi nueva Bendición venía descendiendo, ¡ y quería recibirlo regia! Mi novio (mi hijo)  venía ya en camino. (jajaja) Yari comenzó a aplicarme sus fabulosas técnicas para manejar el dolor mediante masajes y tensión.  ¡Oh, cuanto alivio sentía!

Al percatarme de que eran casi las 6:00am y que estaba comenzando a amanecer, entendí que era el momento de que vinieran por mi hija e irnos al hospital.  Al llegar a la marquesina, eran tal vez las 6:15am, me dio el primer pujo.

Al llegar a sala de emergencia, justo antes de bajarme del carro sentí un ardor de esos cuando estás coronando y le dije a mi esposo: «¡se me sale!» Había un gran equipo de trabajo sentado y charlando entre ellos y mi esposo les dice que tengo pujo.  Ellos como si no les importara mi situación me preguntaron: «¿sientes dolor? «.  A ellos les respondí casi en alta voz «¡tengo PUJO!» Casi se me escapa, ¿les dije que no había un alma en sala de emergencia ni en la recepción? Pues así fue, y al llegar la enfermera de recepción, comenzó a hacerme quinientas preguntas.  Le repetía hasta en cansancio que había hecho pre-admisión y todas esas preguntas las había respondido ya!

Bueno, al levantarme de la silla de ruedas (porque cuando caminaba las contracciones eran muchísimo más seguidas y estaba convencida de que estaba coronando) para que el doctor de turno me examinara rompí membrana por completo acompañado de otro pujo.  Mi Doula le preguntó a la enfermera por qué tenían que examinarme si era evidente que estaba de parto y que sólo me tenían que llevar directo a sala de parto, pero ella dijo que aun así me tenían que examinar. Recuerdo la «inteligente» y «simpática» enfermera que me gritaba «NO PUJES, NO PUJES que esta área no es estéril y si tu bebé nace aquí nos lo tenemos que llevar rápido!» Creo a ella se le olvidó que el pujo es involuntario y que a ninguna parturienta que tiene pujo se le puede decir que no lo haga.

A las 7:00 am ya en sala de partos y lista para parir, el Dr. de turno me dice que con dos pujos bastaba para tener a mi niño.  De inmediato les digo a que me busquen a mi esposo y la misma «simpática» enfermera que no quería que yo pujara me dijo que mi esposo estaba ocupado afuera con la papelería sin tan si quiera ir y verificar que él hacía.  Pensé que tenía razón porque llegué pariéndome y no le insistí.

Pero ciertamente las palabras del doctor fueron más que suficientes como para concentrarme en hacer lo mío con mucho deseo y ansiedad. Primer pujo, veo la cabeza de mi bebé! Segundo pujo y lo tuve en mis brazos a las 7:10am.En ese momento abrió la puerta mi esposo quien molesto les reclamó por qué no le avisaron, ya que el llevaba tiempo afuera esperando que lo dejaran pasar, pero nadie le respondió.  De inmediato se unió a mí a celebrar la llegada de nuestro Mateo Andrés.

Foto: Suministrada

Mateo al igual que su hermana Cristina, me bendijo con un hermoso arrastre al pecho estando piel a piel con él.  Desde entonces vivo adherida a ellos practicando lactancia en Tandem (lactándolos a los dos) y puedo decir con certeza que DIOS hA CAPACITADO A TODA MADRE PARA TENER CABIDA EN SU VIDA Y EN SU CORAZON Y PODER IMPARTIR AMOR POR IGUAL A SUS HIJOS. Me di cuenta de esto cuando tuve a Mateo en mis brazos pero más aún cuando Cristina llegó a conocer a su pequeño hermano.

La familia se construye con pequeños detalles. Es milagroso ver cómo los hermanos mayores del bebé quedan fascinados con lo pequeño de ese nuevo ser. A menudo, son ellos los que ponen el apodo a su nuevo hermanito.  Disfrutar cómo los hermanos también son parte de este gran experiencia,  es importante. Lo he visto a través de mi cámara y lo he vivido en mi familia.  Al nacer un bebé, nacen también hermanos mayores.  Es hermoso, ¿cierto? 

Heidy Norel, fotógrafa de nacimientos

 

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