Mi rito de paso: celebrando un año de convertir un sueño mi realidad.

Por: Adamarys Feliciano 

«Al finalizar las 38 semanas comenzó mi lucha interna y es que parir luego de cesárea es una batalla psicológica. Sentía que mi cuerpo intentaba irse de parto pero algo lo detenía, era YO, era mi herida emocional la que no me permitía entregarme, era el recuerdo de las cesáreas el que me perseguía». 

Tuve mi primera cesárea a los 21 años, mi mayor error fue entregar mi embarazo y parto a terceros cuando la única responsable del resultado era yo. A los tres años quedé embarazada nuevamente, «intenté» parir y fue entre comillas porque se me presentó la oportunidad de contar con profesionales capacitados para ayudarme a lograr mi sueño pero no lo deseaba con todo mi corazón. Tomé decisiones incorrectas que me llevaron por segunda vez a una sala de operaciones. Luego de éstas dos experiencias me sentía vacía, me faltaba algo, sabía que mi mayor deseo era parir y DOS veces ese anhelo se esfumó dejando no sólo una herida física en mi vientre sino además una herida muy profunda en mi corazón. Sí, amo a mis hijos más que nada en el mundo pero cada vez que escuchaba que alguien paría, en silencio deseaba ser yo esa mujer que pasaba por el proceso.

Me entrené como doula. Acompañar a otras mujeres durante el proceso de parto me ayudaba a sanar. Estaba adicta a la oxitocina,  al saber que  había «salvado» a otra mujer de la cesárea. No era un trabajo, sino una forma de sentirme plena y vivir mi sueño a través de otras. Mis ganas de parir eran tantas que esperaba tener un tercer bebé, me consolaba el saber que en aproximadamente tres años lo intentaríamos. DIOS tenía otro plan para nosotros, a los 15 meses de mi segunda cesárea me enteré que estaba embarazada. Con el positivo, lloré, no porque no quisiera otro bebé,  sino porque no dejaba de pensar cuanto quería parir pero necesitaba más tiempo.  Al siguiente día comenzó mi búsqueda.

En PR las opciones para las mujeres que desean parir después de una cesárea son pocas, después de dos son menos. Luego de no conseguir quien me apoyara, decidí que me quedaría con mi antiguo obstetra, después de todo yo era Doula, llegaría al hospital pariendo y nadie podría evitarlo, al menos eso pensaba yo. Una enfermera partera me había recomendado que me orientara con Ramón Pérez pero yo estaba en total negación, en ese momento para mi no era una opción. No lo era desde el segundo embarazo, había algo que no me permitía llegar hasta él.  Varias personas le dieron luz a mi camino, comprendí entonces que estaba saboteando mi proceso,  cuando un médico dice que NO hace VBAC, realmente no los hace. Tenía que hacer algo, yo NECESITABA parir. Es ahí cuando conozco a Pérez.

Cambié de obstetra al final. La paz y seguridad que me daba Pérez era indescriptible. Desde la primera conversación supe que era el quien me ayudaría a hacer mi sueño realidad.  Escucharlo decir en cada cita «Tu vas a parir» me llenaba de fortaleza y estaba totalmente convencida de que eso era lo que iba a ocurrir. Aún me sorprende como un hombre confía tanto en el poder de la mujer para parir. Fue esa confianza la que por casi 8 semanas sentí, aunque siendo sincera en algún momento temí no irme de parto sola.

Al finalizar las 38 semanas comenzó mi lucha interna y es que parir luego de cesárea es una batalla psicológica.  Sentía que mi cuerpo intentaba irse de parto pero algo lo detenía, era YO,  era mi herida emocional la que no me permitía entregarme,  era el recuerdo de las cesáreas el que me perseguía, pero Pérez y Dana, la Doula, me recordaban que «YO IBA A PARIR».  Tuve dos falsas alarmas, lunes y martes, viajaba a Cidra pensando que estaba de parto y tan pronto veía a Pérez las contracciones desaparecían. Fueron dos días con contracciones, tenía lapsos de descanso pero no los suficientes como para dormir y relajarme. En esos días tuve una tribu que me apoyaba y me sostenía, yo sabía que iba a parir pero no estaba segura cuando.  Llegó el miercoles, tuve contracciones sin patrón durante todo el día, supuse que era otra falsa alarma así que no le avisé a nadie. Estuve todo el día en la bola, en la ducha, el inodoro, cuidando de mis niños y tratando de olvidarme del tiempo y las contracciones. Que ingenua, no sabía que no era una falsa alarma, estaba de parto, mi cuerpo lo sabía pero mi mente estaba en blanco, y es que no parimos con la cabeza, pero eso lo entendí luego.

Las contracciones comenzaron a intensificarse pero eran cada 7 minutos, esperaba porque fueran cada 5 pero ese momento nunca llegó.  Eran las 11pm cuando ya no podía más,  le pedía a Dios que me permitiera dormir porque no sabía si podría aguantar tanto sin estar de parto. Dana estuvo conmigo al teléfono varias horas y tuvo que obligarme a llamar a Pérez,  él también tuvo que ser fuerte conmigo para que yo fuera a Cidra, no pensaba que fuera a parir ese día y no quería hacerle perder el tiempo a nadie.  Llegué a la oficina a las 4am, sin contracciones, estaba decepcionada,  «NO estoy de parto» era lo que me repetía en mi cabeza una y otra vez.  Fue a esa hora que me hicieron el primer pélvico, para mi sorpresa,  estaba en NUEVE centímetros. Aún no puedo describir la emoción que sentí en ese momento. Fue allí con mi maravilloso equipo, en el lugar que me sentía cómoda y con los seres que amo que me entregué, comprendí que estaba de parto, que estaba a unas horas de lograr el sueño que muchos pensaban era inalcanzable. Mi cuerpo era PERFECTO, yo había nacido para parir…

Entre aromas de frutas cítricas, música relajante y respiraciones trabajé mi parto. Me entregué, me rendí, no cuestioné nada más, sólo disfruté cada dolor, cada movimiento, cada sonrisa de parte de mis acompañantes. Dormí, respiré y me fui en el grandioso viaje de oxitocina y endorfinas. Dios estaba conmigo, sentía su presencia, ángeles cantaban a mi alrededor celebrando el magistral encuentro que se aproximaba.

Llegó el momento en el que todos desaparecieron, sólo éramos él y yo, danzando, respirando, recorriendo un mismo camino, de paz, amor y esperanza. Ya no habían cesáreas ni miedos, era una mujer, quebrada, dando paso a una nueva vida, sin restricciones, protocolos de hospital, desconocidos, era todo lo contrario, comfort, confianza, libertad. Mientras pujaba, como mi cuerpo me dictaba, sentía morir pero a la vez satisfacción, no había dolor, había esperado tanto éste momento. Supe cuando estaba coronando, pude tocar la cabeza de mi bebé, varios pujos más tarde y su papá lo recibió. Fueron las manos del hombre que más lo ama las primeras que él sintió, fue el calor de mi pecho y un «LO PARÍ » lo que recibió de mi. Inmediatamente supo que estábamos allí, nadie se lo llevaría, no nos separarían, de ese segundo en adelante nos tendría para SIEMPRE.

La emoción y el llanto se apoderaron de mi, «¡LOGRÉ parir después de dos cesáreas!» era lo que pensaba. Desde ese día soy otra, el camino no fue fácil,  me demostró la capacidad y poder que tenemos las mujeres, la grandeza de nuestros cuerpos y lo fuertes que somos. En éstos momentos no me arrepiento de las decisiones que tomé en los partos anteriores, fueron esas decisiones las que forjaron mi carácter, las que me ayudaron a educarme para lograr mi sueño. Luego de mis experiencias me he dedicado a regar la voz, parir después de cesárea se puede. Ahora tengo mi propia historia, ya no necesito vivir mi sueño a través de otras mujeres. Ese día no sólo llegó Jean André sino que además mi FAMILIA completa volvió a nacer.

Adamarys Feliciano es una de las fundadoras de Historias de Parto 

11 pensamientos en “Mi rito de paso: celebrando un año de convertir un sueño mi realidad.

  1. Ya de ante mano conocia tu historia, pero el leerla me ha llenado de mucha alegria ya que me confirma el gran ser humano q eres. Eres muy especial q Dios te bendiga siempre!

  2. Yo tuve tres Cesaria y me opere nunca sabre que sera esa dicha de parilo normal mente te felicito eres una gran mujer que el señor te bendiga siempre y tu Bella familia amen..

  3. Te felicito y al leer tu historia y ver ESA foto solo recuerdo mi parto q fue hace solo 11 Dias en ese Mismo lugar y con ese equipo increible q te ayudo a ti a lograr ese bello sueno. DEfinitivamente algo hermoso!

  4. Waooo!!! Hermosa historia y llena de gran valentía!!! Gracias a ti eres inspiración a otras que han tenido cesarea y desean tener a su próximo hijo por parto natural!!!

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